Por
Pedro Querales C.
Pedro Querales C.
Hemos fracasado
Sobre los bancos de arena del racionalismo
Demos un paso atrás y volvamos a tocar
La roca abrupta del misterio
(Urs Von Balthasar)
Sobre los bancos de arena del racionalismo
Demos un paso atrás y volvamos a tocar
La roca abrupta del misterio
(Urs Von Balthasar)
En estos tiempos, y ya lo hemos dicho en varias ocasiones, la capacidad de asombro se nos ha reducido a la mínima expresión. Abro el diario Panorama, y veo la fotografía en Primera plana de una empleada de la Cadena Éxito, recientemente expropiada por especulación flagrante, hecho que ha venido cometiendo al igual que otras comercializadores, quienes no pueden resistir la tentación de meterle la mano en los bolsillos a los consumidores que acuden diariamente a hacer sus compras. El caso es que la empleada llora amargamente como si se le hubiese muerto su progenitora o su novio o esposo. Y uno no entiende el motivo de tan amargo llanto, proveniendo de una persona que es explotada al igual que sus compañeros por los propietarios de esa firma, los cuales según tenemos entendido tenían dos años sin pagarles aumento de salarios, ni otros beneficios sociales, amén de despedir sin el pago de prestaciones a otros empleados.
Nos preguntamos: Si el gobierno garantiza estabilidad laboral a todos los empleados y reenganche a los despedidos ¿Por qué llora entonces? ¿Tendrá acciones en la empresa? No creemos. ¿Será novia de alguno de los accionistas? Lo dudamos, pues sino no estuviera trabajando de la manera como trabaja. ¿Qué motiva tan amargo llanto? ¿Cólicos estomacales? ¿Migraña?, vayamos a saber.
Uno pasa a pensar entonces, que el capitalismo crea una especie de Síndrome de Estocolmo, pero de la explotación, en la cual el explotado siente simpatía con el señor o señores que los someten a duros trabajos para garantizarse ellos la mayor suma de comodidades y privilegios a costa su esfuerzo y de la especulación con los consumidores. Existe una admiración hacia esa persona que te saca la chicha y se lleva la mayor tajada, mientras el trabajador o trabajadora se enfrenta al duro vivir con muy escasos salarios, mientras ellos recorren el mundo con el dinero ganado de esa manera.
Esas cadenas comercializadoras pagaban con no disimulada risa las multas por violar la ley, pero esa multa representa una cantidad irrisoria ante los beneficios obtenidos de esa violación del estamento jurídico. Como diría el poeta cubano Nicolás Guillén: ¿Entonces qué carajos quiere usted que haga el gobierno? ¿Qué siga permitiendo que la especulación y la inflación nos trague por no tener el carácter para ejercer el poder? O es que vamos a seguir construyendo un “socialismo light” en la cual los ricos más ricos, y los pobres más pobres? ¿Entonces de qué coño estamos hablando? ¿Un gobierno haciendo el papel de guevón y nosotros los ciudadanos aceptando mansamente los designios del libre mercado en una sociedad que quiere construir el socialismo?. LA VERDAD ES QUE NO ENTENDEMOS.
Podríamos hacer muchas consideraciones, pero nadie me ha explicado ¿Por qué carajos llora esa muchacha de franela amarilla?
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