Enviado por
Nicanor A. Cifuentes Gil.
Tomado de
Escribir sobre el pesebre de Canchancha no es versar sobre una representación tangible más de un belén, pues su creador, el cultor y poeta Nicanor Cifuentes, lo realiza con sus propias manos, pero más importante aún, es que materializa algo que ve en su interior. El nacimiento de Canchancha está hecho desde lo más profundo de su ser, construido con el alma y armado con el corazón.
Tras 50 años de incesante apertura, a las 6.00 de la tarde de ayer lunes abrió una vez más sus puertas el legendario pesebre de Canchancha, ubicado en el sector que lleva el mismo nombre, en la zona norte de Maracaibo, donde decenas de personas se congregaron para presenciar el evento.
“Con el nublamiento de la luna podéis ver este detalle natural. Papá Guillermo (progenitor fallecido de Nicanor) me dijo que había que aplaudir porque en una casa como en tantas del mundo, -de una manera simbólica- puede nacer el Niño Dios. Hay que decir algo tan elemental: agarremos un cuaderno y vamos a estudiar el mundo del Espíritu, para que los niños que vengan también puedan abrazar al prójimo”, fueron algunas de las emotivas palabras con las que Nicanor inauguró la apertura del belén.
Canchancha no es sólo un lugar para ir a ver una imagen del nacimiento de Jesús, sino que, especialmente, sirve como morada para abrazar –ante la esencia del Señor- al prójimo. Así sea la primera vez que visite el lugar, desde el momento en que pisa el recinto ya es parte de la familia Cifuentes y tratado como un pariente más.
El primer visitante de Canchancha ayer fue Hugo Méndez, quien indicó: “Esto es un ícono de la ciudad, un punto de referencia navideña tanto para los marabinos como para los foráneos. Nicanor es un artista plástico fuera de lo común, quien logra captar con sencillez y humildad un evento tan profundo como la llegada de Jesús al mundo. Tengo 10 asistiendo y siempre traigo a mi familia, pues este belén es digno de ser visto y admirado”.
Tras 50 años de incesante apertura, a las 6.00 de la tarde de ayer lunes abrió una vez más sus puertas el legendario pesebre de Canchancha, ubicado en el sector que lleva el mismo nombre, en la zona norte de Maracaibo, donde decenas de personas se congregaron para presenciar el evento.
“Con el nublamiento de la luna podéis ver este detalle natural. Papá Guillermo (progenitor fallecido de Nicanor) me dijo que había que aplaudir porque en una casa como en tantas del mundo, -de una manera simbólica- puede nacer el Niño Dios. Hay que decir algo tan elemental: agarremos un cuaderno y vamos a estudiar el mundo del Espíritu, para que los niños que vengan también puedan abrazar al prójimo”, fueron algunas de las emotivas palabras con las que Nicanor inauguró la apertura del belén.
Canchancha no es sólo un lugar para ir a ver una imagen del nacimiento de Jesús, sino que, especialmente, sirve como morada para abrazar –ante la esencia del Señor- al prójimo. Así sea la primera vez que visite el lugar, desde el momento en que pisa el recinto ya es parte de la familia Cifuentes y tratado como un pariente más.
El primer visitante de Canchancha ayer fue Hugo Méndez, quien indicó: “Esto es un ícono de la ciudad, un punto de referencia navideña tanto para los marabinos como para los foráneos. Nicanor es un artista plástico fuera de lo común, quien logra captar con sencillez y humildad un evento tan profundo como la llegada de Jesús al mundo. Tengo 10 asistiendo y siempre traigo a mi familia, pues este belén es digno de ser visto y admirado”.
Belén Cifuentes
Tal vez muchos perciban un nacimiento como una mera representación física de la llegada de Jesús, pero Nicanor no lo comprende así, pues él tiene un significado propio del belén, entiende que eso tiene una razón de ser que probablemente muchos la compartan pero no todos la observen. Los Cifuentes son una familia pesebrista y celebran desde las entrañas el aniversario del Señor.
Tal vez muchos perciban un nacimiento como una mera representación física de la llegada de Jesús, pero Nicanor no lo comprende así, pues él tiene un significado propio del belén, entiende que eso tiene una razón de ser que probablemente muchos la compartan pero no todos la observen. Los Cifuentes son una familia pesebrista y celebran desde las entrañas el aniversario del Señor.
Para Nicanor un pesebre es “ser persona en familia”, y habla de su significado al relatar en tono suave: “Desde niño vi a papá hacer el pesebre, él fue el primer Dios y sabio en mi vida. Me orientó en la tarea de saber que lo sagrado, lo religioso, es un trabajo, no una especie de inquietud. Él me enseñó que la mejor forma de vivir era celebrar el ser familia, y el pesebre y todo esto para mí significa ser familia. Uno no es nadie si ese vació con el que uno viene no se completa con una obra en este mundo, y yo he comprendido por el Maestro, y yo como su discípulo, que estoy apenas gateando el ser pesebrero. Ahora por fin lo soy, antes sacaba los corotos de papá, ahora esos corotos están moviéndose, situándose, pero la misma geografía física y espiritual en mi interior está fluyendo algo. Yo me he callado, y al hacerlo surge un material que antecede a papá. A mí me completa el pesebre”.
Tres naciones, un belén
Dos países transitó el nacimiento hasta que finalmente se hospedó en tierras venezolanas.
La construcción de pesebres para la familia Cifuentes empezó hace 209 años en Granada, Nicaragua. Luego Don Guillermo lo llevó a Colombia y finalmente Nicanor, quien decidió continuar la tradición familiar, lo trajo a suelo marabino hace 51 años.
Sin embargo, para él no es la vez 51 que se abre Canchancha sino la primera del segundo espiral de vida, es decir, el año 1 que inicia una nueva era pesebrista en su existencia.
Nicanor Cifuentes
La segunda espiral de vida significa que la primera fase de Canchancha, que duró medio siglo, ya se cumplió, y Nicanor lo comprendió luego de que el uvero –un fornido árbol que hasta hace poco se encontraba en el belén- cayera sobre el taller y creará un vacío. De forma simbólica, “el uvero mismo me exigió que el pesebre tiene que nacer desde adentro, lo que digo y hago está en mí”, relata con pasión un sencillo y humilde Nicanor.
Dos países transitó el nacimiento hasta que finalmente se hospedó en tierras venezolanas.
La construcción de pesebres para la familia Cifuentes empezó hace 209 años en Granada, Nicaragua. Luego Don Guillermo lo llevó a Colombia y finalmente Nicanor, quien decidió continuar la tradición familiar, lo trajo a suelo marabino hace 51 años.
Sin embargo, para él no es la vez 51 que se abre Canchancha sino la primera del segundo espiral de vida, es decir, el año 1 que inicia una nueva era pesebrista en su existencia.
Nicanor Cifuentes
La segunda espiral de vida significa que la primera fase de Canchancha, que duró medio siglo, ya se cumplió, y Nicanor lo comprendió luego de que el uvero –un fornido árbol que hasta hace poco se encontraba en el belén- cayera sobre el taller y creará un vacío. De forma simbólica, “el uvero mismo me exigió que el pesebre tiene que nacer desde adentro, lo que digo y hago está en mí”, relata con pasión un sencillo y humilde Nicanor.
Jusayú tiene hogar
Una de las novedades del pesebre es la presencia de una familia wayuu, y es que Nicanor ha brindado un espacio para que el legendario gramático, filólogo e investigador wayuu quien falleció este año, Miguel Ángel Jusayú, tenga su morada en Canchancha.
“Aquí vive ahora Jusayú”, exclamó Nicanor, y su hijo, Nicanor Alejandro Cifuentes, acotó: “El pesebre es alegría, tolerancia, humildad y una ofrenda que asume el reto de la comunicación alternativa, porque la llegada de Jusayú nos recuerda la lucha por la Sierra de Perijá, esos pueblos indígenas que son hermanos y parecen olvidados”.
Canchancha es un belén a cielo abierto hecho con elementos naturales, cuya superficie consta de capas de alfombra, madera y tierra, que Nicanor moldea con sus manos. “En este nacimiento nada es comprado, pues con un pedazo de caracol o piedra puedo poblar una zona del pesebre”, explicó. Debajo de este se halla el santuario, que es una réplica del lugar donde nació Jesús.
Nicanor instó a los ciudadanos a observar todos los belenes posibles, y a construirlo en familia. “Todo el mundo es pesebrero, lo que pasa es que hemos olvidado el que tenemos por dentro. Es una alegría saber que Jesús siendo lo más grande se hospedó en lo más humilde. La simbólica y metáfora del belén es lo esencial, el pesebre es el ombligo del mundo”, expresó.
El acto de apertura estuvo amenizado por personajes quienes cantaron el villancico Niño Lindo y la canción trova Como la cigarra, compuesta por María Elena Walsh.
Canchancha estará abierto al público todo el día hasta el próximo 27 de diciembre y a partir del 28 sólo los viernes, sábado y domingo, de 6.00 de la tarde a 10.00 de la noche. Permanecerá hasta el 2 de febrero, día de la Candelaria.
Una de las novedades del pesebre es la presencia de una familia wayuu, y es que Nicanor ha brindado un espacio para que el legendario gramático, filólogo e investigador wayuu quien falleció este año, Miguel Ángel Jusayú, tenga su morada en Canchancha.
“Aquí vive ahora Jusayú”, exclamó Nicanor, y su hijo, Nicanor Alejandro Cifuentes, acotó: “El pesebre es alegría, tolerancia, humildad y una ofrenda que asume el reto de la comunicación alternativa, porque la llegada de Jusayú nos recuerda la lucha por la Sierra de Perijá, esos pueblos indígenas que son hermanos y parecen olvidados”.
Canchancha es un belén a cielo abierto hecho con elementos naturales, cuya superficie consta de capas de alfombra, madera y tierra, que Nicanor moldea con sus manos. “En este nacimiento nada es comprado, pues con un pedazo de caracol o piedra puedo poblar una zona del pesebre”, explicó. Debajo de este se halla el santuario, que es una réplica del lugar donde nació Jesús.
Nicanor instó a los ciudadanos a observar todos los belenes posibles, y a construirlo en familia. “Todo el mundo es pesebrero, lo que pasa es que hemos olvidado el que tenemos por dentro. Es una alegría saber que Jesús siendo lo más grande se hospedó en lo más humilde. La simbólica y metáfora del belén es lo esencial, el pesebre es el ombligo del mundo”, expresó.
El acto de apertura estuvo amenizado por personajes quienes cantaron el villancico Niño Lindo y la canción trova Como la cigarra, compuesta por María Elena Walsh.
Canchancha estará abierto al público todo el día hasta el próximo 27 de diciembre y a partir del 28 sólo los viernes, sábado y domingo, de 6.00 de la tarde a 10.00 de la noche. Permanecerá hasta el 2 de febrero, día de la Candelaria.
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