Sensible baja para la UBV-Misión Sucre
Por: Luisana Colomine*
Está demasiado reciente el día de su partida y es doloroso escribir de alguien tan amigo, tan cercano, que durante años compartió sueños, angustias, éxitos y desvelos, pero sobre todo, la pasión por esta revolución.
Acaso no sea muy conocido David Berrios Juárez, caballero merideño, educador (egresado de la ULA), periodista (egresado de la UNICA), hombre recto, honesto, radical en sus convicciones, humilde y transparente; revolucionario, “camarado”, como solía bromear en los Consejos Nacionales del Programa de Formación de Grado en Comunicación Social de la Universidad Bolivariana de Venezuela, a los cuales asistía con la alegría de un niño, aportando siempre lo mejor de sí. Acaso pocos saben de sus grandes esfuerzos por llevar adelante la difícil educación municipalizada en una región aún más compleja como su Mérida querida. David Berrios forma parte de esa legión de héroes y heroínas anónimas (para las lisonjas oficiales) que apuntalan esta revolución sin pedir nada a cambio, y que en silencio pero sin pausa, han asumido con verdadero desprendimiento y disciplina la tarea de hacer realidad uno de los sueños del pueblo venezolano: obtener un título universitario, cosa que hasta hace 10 años era imposible.
Antes de ser director general de Medios Alternativos y Comunitarios del Ministerio del Poder Popular para la Información y la Comunicación (MinCI), en 2005, ya nuestro amigo tenía un camino propio en esas lides. En su última entrevista publicada en el Correo del Orinoco el 30 de julio de 2011, dijo a la periodista Annel Mejìas: “Hubo unas palabras del viejo Kaplún* que nos inspiró y orientó: definir qué entendemos como comunicación equivale a decir en qué sociedad quieres vivir”. En 1990, junto a otros camaradas, fundó la Escuela de Comunicadores Populares Mario Kaplún, en Mérida, y a eso siguieron muchas acciones que forjaron en David Berrios un liderazgo indiscutible que dio impulso a los medios alternativos y comunitarios: desde papelógrafos y pizarrones, hasta periódicos y emisoras de radio. Todo era válido en el difícil arte de informar…A propósito de la Ley que sobre medios comunitarios se discute en la Asamblea Nacional, Berrios profundizaba en un enfoque: “Queremos que los medios comunitarios se conviertan en una herramienta, y no en un fin, para la movilización del pueblo, que llame a la acción, que produzca ese efecto de rebeldía. La comunicación popular es una necesidad”.
Desde 2006, mediante una extraña figura laboral denominada “HP” (Honorarios Profesionales), David le entregó a la UBV sus últimos cinco años de vida. Ostentaba orgulloso los logros académicos de nuestro Programa de Comunicación Social en Mérida. Para el año 2010 ya sumábamos 400 estudiantes. Acompañó dos cohortes de licenciados en Comunicación Social y cuatro de Técnico Superior Universitario en Producción de Medios de Comunicación. Hace un mes apenas se graduaron sus últimos baluartes. En su honor, los camaradas de La Azulita le dedicaron el acto de grado, que él desde su lecho de enfermo siguió con atención.
Disciplinado como el mejor revolucionario, David llevó adelante múltiples actividades, en compañía de un personal mínimo de docentes, que a punta de traslados elevamos a cuatro el pasado año. Una de las actividades emprendidas fue un taller sobre las (¿ya olvidadas?) “Tres R”, siguiendo con fidelidad las líneas del presidente Chávez y que David, con su conducta ética a toda prueba, trató instaurar en la UBV-MS de Mérida.
Recorrió el estado Mérida varias veces, buscando notas, dando talleres de formación, en su propio carro y con sus propios “cobres” porque ni la UBV ni la MS proveen medios para ello (¡nunca hay presupuesto!). Una verdadera peregrinación educativa por los 10 municipios donde tiene presencia el Programa, en 22 aldeas, incluyendo los lejanos pueblitos del sur del estado, Canaguá, por ejemplo, donde los únicos seis periodistas del pueblo, son egresados de la UBV.
Ese es, ese fue David Berrios, quien en el camino dejó muchos sueños que esperamos hacer realidad. Uno de ellos con ayuda de la gobernación del estado Mérida: el espacio para instalar el laboratorio de redacción para estudiantes, donado por la Fundación Poliedro de Caracas hace dos años al PFG en Comunicación Social de Mérida. Nuestra UBV funciona en una pequeña oficina prestada por los camaradas Tupamaros y allí hacen vida todos los programas de la UBV, pues la llamada “hija de la revolución” no tiene sede propia.
Otros de sus sueños: poder dictar en Mérida el Curso de Locución, por cuya acreditación aún seguimos esperando tanto del MinCi como del Ministerio de Educación Universitaria, y pese a ser un pedido, un clamor directo del mismísimo Presidente Chávez; que nuestros periodistas y comunicadores, egresados de la UBV, le den un “golpe de estado al CNP” y se erijan en una institución combativa o en último caso, que la rescaten.
Por último, su legado, expresado en un mensaje decembrino que nos mandó por e-mail en 2009, acompañado de un hermoso texto de Eduardo Galeano, "Nochebuena, la otra". Decía David: “Es muy importante entender que nuestro prójimo es universal; los niños desamparados cuyas madres, padres, abuelos y abuelas fueron y son asesinados en Irak, Afganistán, Colombia, Honduras, por el imperio norteamericano en macabra conchupancia con los gobiernos regionales, también son nuestros chamos. Nuestra actitud, reflexión y práctica en la Universidad Bolivariana de Venezuela, en la calle, en nuestras oficinas, con nuestras familias y vecinos tienen, necesariamente, que girar siempre en torno a la creación de la conciencia crítica, reflexiva. Hay que actuar...”
Hasta siempre, “camarado”…
* Periodista, docente UBV
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