Las
Universidades tienen un compromiso con la sociedad. En ellas se debe
construir el conocimiento, la ciencia y la tecnología que el pueblo
necesita para satisfacer sus necesidades de vivienda, de salud, de
alimentos, de comunicación. Pero no siempre sucede así, muy al
contrario, casi nunca han estado al servicio de estas necesidades,
más bien han planteado la educación como un megocio, una vía para
el lucro, o para alcanzar estatus o privilegios. En estos casos, la
educación, que debía ser un bien común, se convierte en un bien
privado. Y por supuesto, deja de cumplir el principio antropológico
de posibilitar la vida.
Porque,
sin educación la vida es imposible. ¿Cómo se han transmitido, si
no es a través de la educación, las formas de sembrar, de curar, de
construir casas, de vestirnos, de alimentarnos? Claro, lo que no ha
existido siempre son estas formas que hoy conocemos de educar o de
dar clases, como decimos coloquialmente.
La
humanidad ha tenido siempre sus mecanismos de transmisión de las
ideas, de los saberes, de las prácticas. No ha necesitado un salón,
un edificio o cuatro paredes. Es más, este salón que hoy conocemos,
es de reciente data y no va más allá del siglo XVIII. Hoy ese salón
está cuestionado, y no sólo por la educación a distancia, sino
desde antes, cuando se ha advertido que ese salón encierra,
enclaustra, y que niega la participación de los estudiantes con la
realidad de su entorno, con la calle, con su espacio y territorio
vital, ofreciéndole un simulacro de vida y no la vida en realidad.
Esto
es muy grave y se ha ido agravando con el tiempo, hasta el punto de
que nuestros hijos, nuestros bachilleres y muchos de nuestros
profesionales, están como desconectados de su realidad y muy lejos
de conocer lo que de verdad hace falta para transformarla en función
de la satisfacción de sus necesidades.
Hoy,
cuando el país está siendo sometido a una guerra de baja
intensidad, y a veces no tan baja, cuando la potencia norteamericana
ha decidido asfixiarnos logrando que nuestros ingresos petroleros se
hayan reducido a prácticamente nada, cuando ha bloqueado y
perseguido nuestro dinero y nuestras compras, cuando ha robado y
pirateado barcos con mercancía vital para el pueblo, hemos ido
comprendiendo que sólo hay un camino para alcanzar la independencia
definitiva: producir.
Y
es lo que estamos comenzando a hacer. Por eso, desde la Universidad
Bolivariana de Venezuela nos sumamos a los esfuerzos teóricos y
prácticos del Ministerio del Poder Popular para la Educación
Universitaria que se ha trazado el vértice estratégico de la
transformación cualitativa de la universidades, y esa transformación
pasa sin lugar a dudas por la producción.
Y
aquí debemos recordar que en julio de 2011, sí, estaba vivo nuestro
comandante Chávez, corrió un decreto que apuntaba a esta
transformación que hoy estamos construyendo. Chávez, visionario,
supo ver que no había otro camino para transformar las universidades
que la multiplicación de los proyectos productivos, y en ese decreto
decía: La educación y el
trabajo son procesos fundamentales para alcanzar los fines esenciales
del Estado, corresponde a éste, a través del Ministerio del Poder
Popular para la Educación Universitaria, planificar, ejecutar y
coordinar políticas y programas de formación universitario,
orientados hacia
el desarrollo pleno del ser humano y su incorporación al trabajo
productivo, cooperativo y liberador, que fortalezcan los valores de
equidad, igualdad y solidaridad.
El
Sistema Económico Comunal plantea que el modelo productivo
socialista tiene como fin la satisfacción de las necesidades
crecientes de la población a través de nuevas formas de formación
universitaria que permitan la generación, apropiación y reinversión
social de los excedentes,
Las
instituciones de educación universitaria deben desarrollar
componentes socioproductivos apoyados en las capacidades
científico-técnicas e innovadoras para impulsar la transformación
del capitalismo rentístico en un nuevo modelo productivo socialista,
que permita el desarrollo del protagonismo socioproductivo del
estudiantado y del Poder Popular, aunado al potencial productivo y
científico- tecnológico local, regional y nacional,
Las
instituciones de educación universitaria deben priorizar el interés
del trabajo liberador por encima del interés por el capital,
favoreciendo la elaboración de estrategias que apoyen la vinculación
universidad-producción-innovación, a través de la organización,
creación y generación de conocimientos y la formación y educación
del estudiantado del pueblo, para que asuman el control directo de
los procesos de producción, distribución y comercialización de
bienes y servicios imprescindibles para satisfacer sus necesidades y
contribuyan a la construcción del modelo productivo socialista, a
través del vínculo conocimiento-producción,
Las
instituciones de educación universitaria deben contribuir al
desarrollo del protagonismo socioproductivo y del potencial creativo
para acompañar el desarrollo humano integral del Poder Popular, en
la construcción de una nueva sociedad democrática, basada en la
ética del trabajo y en la participación activa y protagónica del
pueblo trabajador en los procesos de transformación social, a través
de sus proyectos de vida colectiva entrelazados con los planes de
desarrollo local, regional y nacional,
La
transformación universitaria pasa por el estímulo y apoyo al
desarrollo del protagonismo socioproductivo de las y los estudiantes,
de modo progresivo y diferencial, así como de la multiplicación del
número de proyectos productivos universitarios, que contribuyan a
innovar con fuentes de trabajo y a generar nuevas oportunidades de
inserción socio-productiva, con el fin de promover condiciones para
la producción autónoma de base científico-técnica independiente,
como vía de fortalecimiento de la soberanía nacional,
Las
instituciones de educación universitaria y sus actores, haciendo uso
de sus capacidades científico-técnicas y de innovación, pueden
desarrollar productos y servicios incorporando crecientemente los
conocimientos y prácticas que permitan dinamizar el desarrollo
productivo del país, con base a la vocación productiva y
tradiciones culturales en los territorios de influencia.
Como
se ve, lo que entonces era un decreto que acaso sufrió la suerte de
los muchos que se han dictado y que en el ajetreo de la burocracia
administrativa se desvanecen, hoy es una urgencia histórica que
reclama de nosotros, las acciones concretas que le den viabilidad,
que lo hagan posible. El rumbo
está trazado y el Eje Cacique Mara avanza decidido en esa dirección,
con el apoyo irrestricto de nuestra rectora, Sandra Oblitas, con el
Ministro César Trómpiz y con la fuerza y el impulso de la Alcaldía
Bolivariana de Maracaibo.