“La Universidad Bolivariana, es motor, es vanguardia, es caballo, es lanza, es bandera, de un nuevo modelo educativo de liberación. Ustedes son actores fundamentales de esa vanguardia, siéntanse orgullosos mujeres y hombres”

Fragmentos del discurso del Presidente Hugo Chávez, Caracas, 08/11/2003, en el marco de la inauguración de la sede UBV Zulia.

viernes, 1 de mayo de 2009

A LOS PERIODISTAS EN EL DÍA DEL TRABAJADOR


Por
Rafael Boscán

Hace 123 años, 400 mil trabajadores estadounidenses se fueron a huelga y otros tantos murieron en protestas y ejecuciones para que pudiéramos disfrutar de una jornada laboral de 8 horas, que hoy luce tan remolona a los periodistas y comunicadores esclavizados por la sociedad de la información, del inmediatismo y del tubazo.
Una jornada tan remolona a nosotros como la consigna que la inspiró: "8 horas para el trabajo, 8 horas para el sueño, 8 horas para la casa", que para los trabajadores de la información y la comunicación se transforma en 24 horas de una guerra mediática que no cesa y en donde las trincheras se multiplican como los casos de la gripe porcina. Una guerra por ser más escritores y menos escribanos, más profesionales y menos plumas tarifadas, mas independientes y menos siervos de una esquiva y casi nunca inocente pauta publicitaria.
El CNP marchará hoy por la libertad de expresión, como si ella estuviera en peligro. Pero a nuestro desmemoriado gremio se le olvidó su condición sindical, que le permite discutir contratos colectivos, negociar salarios dignos para los periodistas y en general ser algo más que una cuerdita de defensores de teóricos principios que para nada se asemejan hoy a damiselas en peligro.
Son demasiados años de una conjunción casi sexual entre gremio y dueños de medios. Los segundos quisieron años atrás destruir al gremio implosionando la base de su existencia: la colegiación obligatoria por Ley, pero luego de fallar en reiterados intentos, optaron por el viejo recurso de "si no puedes contra ellos, cómpralos".
De allí el interés que expresan los dueños de medios en que los periodistas recién graduados que entran a sus empresas se inscriban en el CNP, so amenaza de no poder pagarles un "salario justo". Cuando los flamantes periodistas se inscriben por obligación en el CNP, los dueños de medios respiran aliviados: primero, ya no deben temer por la creación de sindicato alguno, por cuanto el CNP en teoría lo es; segundo, cualquier queja la remiten a ese gremio, lo que en la práctica se convierte en un perro que se muerde la cola, feliz; y por último les brinda un manto de "respetabilidad" al medio en cuestión.
Lo cierto es que en comparación con otras profesiones, el ejercicio del periodismo se ha convertido en el más triste engranaje de la industria cultural: mal pagado, mal preparado por escuelas que en su momento vendieron sus diseños curriculares a las exigencias técnicas del mercado, y sin un gremio que lo tenga en cuenta más allá del renuente diezmo mensual.
Hoy, más que nunca, se impone la conciencia de clase para los periodistas, lo que se traduce en criollo en saber siempre dónde se pisa. No somos dueños de los medios, aunque podemos y deberíamos serlo; nuestro deber es defender al pueblo, no a quienes lo explotan y mantienen y amplían la explotación con los medios como herramienta para convencer a los explotados de que ser explotados está bien y que los empresarios merecen todo el dinero que ganan; no somos mercaderes de segundos en radio y televisión, vendidos al mejor postor privado o público.
Somos la conciencia posible de un pueblo que, demás está decir, hace tiempo está más despierto que nosotros y día a día nos señala las cadenas que nos atan. A agruparse, a luchar, a enfocarse en el empresario no como tierno padre comunicacional que defiende la libertad, sino como el esclavista que hoy, 123 años después, aún nos niega una jornada laboral de 8 horas, en nombre del afán por ser la primera piedra en la avalancha diaria de la información. No somos privilegiados señores de la comunicación, seguimos siendo esclavos del aparato comunicacional de un modelo injusto. Despierta y reacciona, es el momento.

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