Requerimiento
De parte del rey, don Fernando, y de su hija, doña
Juana, reina de Castilla y León, domadores de pueblos bárbaros, nosotros, sus
siervos, os notificamos y os hacemos saber, como mejor podemos, que Dios nuestro
Señor, uno y eterno, creó el cielo y la tierra, y un hombre y una mujer, de
quien nos y vosotros y todos los hombres del mundo fueron y son descendientes y
procreados, y todos los que después de nosotros vinieran. Mas por la muchedumbre
de la generación que de éstos ha salido desde hace cinco mil y hasta más años
que el mundo fue creado, fue necesario que los unos hombres fuesen por una parte
y otros por otra, y se dividiesen por muchos reinos y provincias, que en una
sola no se podían sostener y conservar.
De todas estas gentes Dios nuestro Señor dio cargo a
uno, que fue llamado san Pedro, para que de todos los hombres del mundo fuese
señor y superior a quien todos obedeciesen, y fue cabeza de todo el linaje
humano, dondequiera que los hombres viniesen en cualquier ley, secta o creencia;
y diole todo el mundo por su Reino y jurisdicción, y como quiera que él mandó
poner su silla en Roma, como en lugar más aparejado para regir el mundo, y
juzgar y gobernar a todas las gentes, cristianos, moros, judíos, gentiles o de
cualquier otra secta o creencia que fueren. A este llamaron Papa, porque quiere
decir admirable, padre mayor y gobernador de todos los hombres.
A este san Pedro obedecieron y tomaron por señor, rey y
superior del universo los que en aquel tiempo vivían, y así mismo han tenido a
todos los otros que después de él fueron elegidos al pontificado, y así se ha
continuado hasta ahora, y continuará hasta que el mundo se acabe.
Uno de los Pontífices pasados que en lugar de éste
sucedió en aquella dignidad y silla que he dicho, como señor del mundo hizo
donación de estas islas y tierra firme del mar Océano a los dichos Rey y Reina y
sus sucesores en estos reinos, con todo lo que en ella hay, según se contiene en
ciertas escrituras que sobre ello pasaron, según se ha dicho, que podréis ver si
quisieseis.
Así que Sus Majestades son reyes y señores de estas
islas y tierra firme por virtud de la dicha donación; y como a tales reyes y
señores algunas islas más y casi todas a quien esto ha sido notificado, han
recibido a Sus Majestades, y los han obedecido y servido y sirven como súbditos
lo deben hacer, y con buena voluntad y sin ninguna resistencia y luego sin
dilación, como fueron informados de los susodichos, obedecieron y recibieron los
varones religiosos que Sus Altezas les enviaban para que les predicasen y
enseñasen nuestra Santa Fe y todos ellos de su libre, agradable voluntad, sin
premio ni condición alguna, se tornaron cristianos y lo son, y Sus Majestades
los recibieron alegre y benignamente, y así los mandaron tratar como a los otros
súbditos y vasallos; y vosotros sois tenidos y obligados a hacer lo mismo.
Por ende, como mejor podemos, os rogamos y requerimos
que entendáis bien esto que os hemos dicho, y toméis para entenderlo y deliberar
sobre ello el tiempo que fuere justo, y reconozcáis a la Iglesia por señora y
superiora del universo mundo, y al Sumo Pontífice, llamado Papa, en su nombre, y
al Rey y reina doña Juana, nuestros señores, en su lugar, como a superiores y
reyes de esas islas y tierra firme, por virtud de la dicha donación y consintáis
y deis lugar que estos padres religiosos os declaren y prediquen lo susodicho.
Si así lo hicieseis, haréis bien, y aquello que sois
tenidos y obligados, y Sus Altezas y nos en su nombre, os recibiremos con todo
amor y caridad, y os dejaremos vuestras mujeres e hijos y haciendas libres y sin
servidumbre, para que de ellas y de vosotros hagáis libremente lo que quisieseis
y por bien tuvieseis, y no os compelerán a que os tornéis cristianos, salvo si
vosotros informados de la verdad os quisieseis convertir a nuestra santa Fe
Católica, como lo han hecho casi todos los vecinos de las otras islas, y allende
de esto sus Majestades os concederán privilegios y exenciones, y os harán muchas
mercedes.
Y si así no lo hicieseis o en ello maliciosamente
pusieseis dilación, os certifico que con la ayuda de Dios nosotros entraremos
poderosamente contra vosotros, y os haremos guerra por todas las partes y
maneras que pudiéramos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de
Sus Majestades, y tomaremos vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y
los haremos esclavos, y como tales los venderemos y dispondremos de ellos como
Sus Majestades mandaren, y os tomaremos vuestros bienes, y os haremos todos los
males y daños que pudiéramos, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir
a su señor y le resisten y contradicen; y protestamos que las muertes y daños
que de ello se siguiesen sea a vuestra culpa y no de Sus Majestades, ni nuestra,
ni de estos caballeros que con nosotros vienen.
Y de como lo decimos y requerimos pedimos al presente
escribano que nos lo dé por testimonio signado, y a los presente rogamos que de
ello sean testigos.
FIN
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