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Los mejores periodistas se caracterizan por la forma en que logran un adecuado intercambio con su interlocutor, y en ese quehacer van incluidas preguntas y respuestas dirigidas a un objetivo, que el entrevistador no puede dejar perder. Ello exige el conocimiento previo del tema, del entrevistado y, por supuesto, de la técnica del género entrevista.
Saber preguntar no sólo es una actitud eficaz para avanzar en la vida, sino también condición imprescindible a la hora de abordar el género entrevista.
Son muchos y variados los aspectos a tener en cuenta a la hora de lograr la entrevista, como también variados los criterios de autores a la hora de clasificarlas según su contenido. Sin embargo, en esencia, casi todos coinciden en tres clasificaciones, aunque utilicen denominaciones diferentes.
Por ejemplo, Robert Mcleish (Técnicas de Creación y Realización) las define del tipo:
1. Informativo, 2. interpretativo y 3- emocional. En tanto, José Ignacio Vigil las ordena en informativas, de opinión y de personalidad. Ese es uno de los aspectos básicos a tener en cuenta para encauzar las preguntas.
Para preguntar bien hay que tener claro qué queremos obtener concretamente, y cuál es la pregunta adecuada para un argumento adecuado.
Desgraciadamente, encontramos interrogantes abiertas tales como ¿qué significa para usted?, o ¿cómo se sintió? Saber preguntar implica que el entrevistado llegue a conocer con claridad qué debe responder.
También aparecen aquellas del tipo cerradas cuyas respuestas serían SI o No, y presuponen una respuesta conocida de antemano. Lo peor es que ya se ha convertido en cliché. Lo anterior responde a la mala preparación o la impericia, y el producto es totalmente desestimulante.
Igualmente, con frecuencia escuchamos, sobre todo en la radio, interrogantes que ya fueron respondidas dentro de la misma indagación, lo que provoca la sensación de inseguridad, de desconcentración, de irrespeto al destinatario de ese trabajo informativo, y que se agrava cuando el que debe dar respuesta añade. “como ya le dije antes”.
Lo mismo sucede al efectuar varias preguntas a una vez, en estos casos tendríamos éxito sólo para la primera, únicamente para la última o para la que le sea más cómoda a quien las debe responder.
El entrevistador es el dueño de su entrevista todo el tiempo. Por tanto, no permitirá que el otro vaya a ciegas, trate de manipular para decir lo que más le convenga o para desvirtuar la entrevista. Lo que suele aconsejarse como norma es llevar el tema a una discusión previa con el entrevistado, con el fin de poner en claro cuáles son los intereses de ambos y cuáles van, finalmente, al cuerpo de la entrevista.
En este punto, se impone conocer al que será entrevistado: su grado de locuacidad, conocimiento del tema que abordarán, su nivel jerárquico para hablar de ese determinado aspecto con toda responsabilidad y soltura. En caso de la entrevista en vivo, hay que evitar que el entrevistado, si es posible, se sienta, pues ello acarrearía cambio en el tono de la expresión, pausas innecesarias, repeticiones y todo lo que conlleva sentir el nerviosismo propio del medio escénico ante las cámaras o el micrófono.
El entrevistador debe preparar el contenido de su entrevista en escaso tiempo casi siempre, pero también debe preparar a su entrevistado, hacerle sentir confianza y en el acto de la entrevista, podrá facilitarle un guión de temas y preguntas, pero con cuidado, pudiera parecer un arreglo o un enlatado; las preguntas que le darán frescura y espontaneidad no las conocerá previamente. Asimismo, jamás permitirá la lectura, aunque sí acotaciones en aras de la memoria.
Las respuestas no deben sobrepasar la intención de una pregunta. Ello denota poco control del entrevistador; él debe formular las preguntas por orden y bajo ese mismo código el otro desarrollar el argumento. En el caso de una personalidad en la materia, algunos periodistas más experimentados recogen todo el material, sin interrupciones, para luego someterlo al trabajo de edición o análisis y selección, según el medio a través del cual se difundirá posteriormente. De esta forma se aprovecha el caudal expresivo del entrevistado con miras a otro trabajo periodístico de mayor profundidad y más elaborado.
Las entrevistas de opinión tienen una particularidad, el entrevistador puede o no estar de acuerdo con las respuestas que recibe del entrevistado, pero en ningún caso deberá ripostar, discutir ni emitir sus juicios personales. En todo caso, conducir el desarrollo de la entrevista hacia su objetivo mediante un atinado control de las interrogantes, recordemos que este género persigue que aquel emita por sí mismo su opinión o la de la entidad que representa.
Sobre lo anterior, Robert Mcleish, en su libro “Técnicas de creación y realización en la Radio”, dijo: “el entrevistado es el único protagonista, y el entrevistador debe eliminar de su vocabulario la palabra “yo”.
Ello no significa que al periodista le esté negado participar, existen muchas formas de introducir aspectos, enfocar criterios, matizar; por ejemplo, José A. Benítez (TECNICA PERIODISTICA) apuntó: “El periodista no debe limitarse estrictamente a las preguntas. Su participación sólo como interrogador impartiría un efecto monótono a la entrevista, pero sus observaciones deben ser discretas, destinadas esencialmente a agilizar el diálogo y a proporcionar amenidad a la conversación, sobre todo en las entrevistas “en vivo”. En las entrevistas grabadas siempre queda el recurso del montaje para introducir efectos de sonido, música y otros elementos que harán ameno el diálogo”.
En resumen, puede tener participación o no, en cambio nunca dará su opinión, para ello existen otros géneros periodísticos.
Por último, el periodista no olvidará que el resultado de la indagación responderá a un objetivo supremo, y es que el destinatario de su trabajo reciba el o los mensajes, aún cuando conozca al dedillo el tema de la entrevista.
Sobre este aspecto, Robert Mcleish opina: “En realidad, el entrevistador está actuando en nombre del oyente, y está formulando las preguntas que el oyente desearía hacer. Es más: está haciendo las preguntas que el oyente haría si supiera tanto sobre el fondo del tema como el entrevistado”.
ESTOCADAS DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS
Dicen algunos autores, muy entendidos en la materia, que entre los cinco géneros periodísticos clásicos (información, reportaje, crónica y entrevista), esta última resulta el más difícil y exige mayor esfuerzo para su exitosa realización. Las anécdotas que conozco, y mi experiencia personal, me expresan al oído: es cierto.
Me han informado que hubo una vez un periodista novel que entrevistó al humorista y famoso escritor norteamericano Mark Twain, cuyo seudónimo significa “marca dos”, y que para el final dejó la interrogante que lo hizo pasar a la historia por la respuesta que ofreció Samuel Langhorne Clemens (1835-1910), haciendo gala de su imaginación y dejando gran mensaje subliminal.
Aquel colega, hizo esta interrogante:
-Señor, Mark Twain, ¿cómo se llama usted, realmente?
El interrogado observó a su “víctima” con los ojos del majá al pollito, y respondió:
-En realidad eso para mí ha sido un gran problema que no he podido resolver. Yo nací gemelo, con otro hermano, y de inmediato mamá nos puso nombre a los dos. La enfermera que después nos aseó, por negligencia, hizo posible que uno de los dos se ahogara en la bañadera y a estas alturas yo no sé, realmente, si fui yo quien se ahogó o fue mi hermano.
Otro caso famoso de entrevista fue la realizada a Hemingway. También el periodista deja la pregunta que cree más interesante para el final:
-Maestro, me pudiera decir ¿cómo se escribe una novela?
Rápido como el rayo el autor de El viejo y el mar, expresó:
-Escribiéndola.
Alguien muy atrevido y soez le preguntó a la famosa artista de cine:
-¿Es cierto que a usted no le gustan los hombres?
Pues ella, sin inmutarse, dio la respuesta adecuada:
-Como usted, no.
Se sabe que cuando realizan la primera prueba nuclear en el mar, cierto periodista pregunta y Einstein responde:
-¿Qué opina del resultado de esta prueba?
.Los hombres no saben lo que acaban de descubrir.
El periodista vuelve a la carga con una interrogante que considera la mejor:
-¿Qué es lo que más quisiera usted en la vida?, a lo cual Einstein respondió:
-Poder asirme a un rayo de luz.
Como observan, se deduce de las anécdotas que el periodista tiene que estar preparado, muy preparado para ejercer este género, porque lo inesperado lo espera a la vuelta de cada interrogante.
Existe la entrevista de personalidad, donde resulta poner cada palabra, comas y puntos y comas, pero ojo, las preguntas tienen que estar bien fundamentadas. Yo diría, por mi experiencia ya de 30 años, que divididas en dos grupos:
-Las que haría cualquier ciudadano a la personalidad, porque desea saber en ese sentido.
-Las que formula el periodista como profesional de la comunicación, que encauza criterios y ayuda con esto a formar una opinión.
En la radio, se ejecuta una entrevista corta, de la cual no se ha escrito nada en teoría y creo que merece atención. No puede rebasar los tres minutos y resiste sólo a dos o tres preguntas. Esto implica exactitud, no ejecutar ni una interrogante que podamos calificar insignificante, repetitiva o fuera de lugar.
Recuerdo que entrevisté al general de brigada Lino Carrera, cuando venía al frente de la caballería que rememoraba el centenario de la invasión de Oriente a Occidente de Cuba y le hice estas interrogantes:
-¿Qué representa para un militar que conoce el combate, ir por los caminos de Gómez y Maceo?
-¿Qué puntos de contacto ve entre la estrategia de Gómez y lo que se conoce sobre las Guerras Napoleónicas?
-¿Cómo los jóvenes de hoy pueden ser mambíes de estos tiempos?
Como ven, colegas, hay una pregunta obligada, de situar al oyente, de cumplir con la noticia. La siguiente o segunda que es la del profesional y que la puede desarrollar porque conoce al entrevistado, su cultura en el arte militar; y la tercera, que es de esencia político-ideológica, porque nuestra misión también está en educar a las futuras generaciones.
Cada entrevista tiene su momento, sus preguntas. Si pensamos bien lo que vamos a indagar, si conocemos al entrevistado, evitamos que nos pase lo que una entrevistadora quiso hacer y de lo sublime pasó a lo ridículo:
-¿Qué tiene Serrat por dentro?, a lo el cantante español respondió:
-Lo que todo el mundo, vísceras.
Fidel Castro es una personalidad de respuestas rápidas, profundas y filosóficas.
La cadena O’Globo de Brasil preparó a una reportera para la entrevista al líder de la Revolución Cubana. La grácil periodista, sobre la intimidad del estadista, preguntó:
-¿Usted es casado?, a lo que Fidel respondió con otra pregunta:
-¿Quién te dijo eso?
-Entonces, ¿usted no es casado?, a lo que ripostó:
-¿Quién te dijo que no?
Como ven, esos son los llamados imponderables en las entrevistas, que podemos evitar con mucha intencionalidad en cada pregunta y saber de antemano las lecturas, es decir, las repuestas que el entrevistado pueda ofrecer. Prepararnos bien para este duelo, es ser consecuentes con la profesión y respetarnos a sí mismos.
Hay muchos tipos de entrevistas y eso lo podemos encontrare en la literatura al respecto. Los periodistas debemos ensayarlas todas, para acercarnos al oficio de escritor. Existe la hecha a objeto u objetos inanimados, que puede ser un refrigerador, la montaña, el viejo barco y también los materiales escolares que nos ayudan en el estudio, que pueden cobrar vida y conformar las preguntas y respuestas de la entrevista. De esto último, muy humildemente, dejó este ejemplo, como el mensaje subliminal dirigido a todos: Una de las cosas que más agradece el lector de periódicos y revistas es el disfrute de una entrevista de personalidad.
Conocer las interioridades de personajes que admira o descubrir a personas con las cuales descubre una comunión de intereses, es fascinante.
No quiero hacer del tema una disertación técnica, pues respeto a quienes dominan la teoría al grado de llevarla a diferentes libros que luego fueron mis textos de estudio. Sólo pretendo exteriorizar experiencias y gustos acerca de esa gran dama del periodismo: la Entrevista de Personalidad.
Este género es sumamente atractivo en cualquier medio que se presente. Radio, televisión, prensa escrita o digital, reina en cualquier espacio, siempre que tenga los ingredientes imprescindibles.
Mi tesis es que el noventa por ciento del éxito de una entrevista la pone su protagonista: el o la entrevistado. Después que hemos elegido a un personaje popular o destacado por la actividad pública que realice, el periodista requiere que éste sepa contar bien su historia para facilitarnos el trabajo. Los hay muy tímidos, despistados, modestos en extremos o apáticos que nos hacen un problema en el importante momento de grabar o tomas los datos.
Claro, como recomiendan las reglas teóricas, el periodista tienen que prepararse bien para entrevistar a científicos, maestros, artistas, deportistas, combatientes o personajes públicos. Nunca es suficiente el hurgar y conocer la actividad de su vida para ir bien orientados. También nos recomiendan la preparación de un cuestionario o guía para enfrentarnos a dicho personaje.
Pero, cuidado, no es recomendable ceñirnos a las preguntas preconcebidas. Es mucho mejor dejar fluir las historias de quien cuenta y después, nosotros, hacer una selección de los mejores pasajes.
Decía que el éxito de la entrevista, en su mayoría, la pone su protagonista porque este cuenta bien los detalles, las anécdotas y sus criterios, entonces su testimonio gana en interés.
En lo personal, me aburren esas entrevistas tradicionales, que cuentan lo mismo. Si es de un deportistas siempre dicen su archi conocida relación de éxitos, medallas y marcas personales; cuando tratan de un artistas relacionan las actuaciones y premios que todos conocemos de antemano, hay que ir al detalle original. Siempre estas luminarias tienen aristas desconocidas y es ahí donde debemos aprovecharlas para ir a la originalidad.
Lo más importante es humanizar a estas personas, pues tienen aptitudes y actitudes superiores a la de otras: fuerza, rapidez, capacidad intelectual, arte. También tienen virtudes y defectos y con estos debemos matizar la entrevista para hacerla más real.
Las anécdotas de momentos importantes de sus vidas dan vida al género, algunas pueden ser dramáticas, otras instructivas y hasta humorísticas. El balance que logremos en este sentido es importante para atraer al lector.
Podemos escoger determinada técnica para la entrevista: un diálogo figurado, preguntas y respuestas, la descripción de la conversación en si, todo funcionará si el trabajo logra mantener el interés del lector.
Importante será el título, las fotos, el diseño y la entrada o primer párrafo, tanto como el final.
Fundamental resulta, como cité con anterioridad, describir detalles a manera de pinceladas. Si a nuestro entrevistado le gustan las plantas y las cultiva, si es asiduo lector y se hace rodear de libros, si gesticula o se comporta ecuánime, tiene tres perros o cinco gatos, su composición familiar, sus estudios académicos y empíricos.
Considero que estas pinceladas son válidas también en la entrevista informativa, pues “refrescará” mucho el trabajo en dar datos personales del entrevistado y humanizará el acto informativo.
Una historia que contar, un personaje conocido del cual ofrecemos nuevas aristas u otro que damos a conocer a la sociedad, siempre hay algo que decir, pero hay que saberlo elaborar para prender al lector de principio a fin en ese género llamado entrevista de personalidad y que consideramos como Gran Dama del periodismo.
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