Arlenín Aguillón
Javu sustenta su discurso en la propaganda Nazi
Ayer el grupo extremista sacó del ciberespacio su portal electrónico. Utilizan la misma estrategia y la simbología facista. Continúan las investigaciones en otras ciudades del país para detectar las células radicales de la derecha venezolana.
El grupo Juventud Activa Venezuela Unida (Javu), jóvenes extremistas que siembran zozobra en diferentes ciudades del país, está siendo desmantelado por las acciones de los cuerpos de seguridad del Estado.
Tras la captura de Julio César Rivas, líder extremista del movimiento subversivo,
¿Pero de dónde surgió este grupo desestabilizador? Como todo formato oposicionista: del exterior. En 1998 surgió en Serbia el grupo denominado Otpor, que se planteó como objetivo fundamental sacar del terreno político a Slobodan Milosevic. El 5 de octubre de 2000 lograron su meta.
“Todo esto viene de lo que se llama
Migus, coautor del libro
En Venezuela, el sector de los estudiantes de derecha surgió en el 2007 cuando cesó la concesión de la señal abierta que pertenecía a Radio Caracas Televisión. Entonces irrumpieron en la arena política con unas manos extendidas pintadas de blanco.
Utilizan el blanco por dos razones fundamentales. Por lo que representa el color y por la facilidad con la que llega el mensaje.
“El blanco representa la pureza y las buenas intenciones”, opinó la semióloga Johana Marín. ¿Un mensaje puro? “Ellos son unos violentos disfrazados de buenas intenciones”, sentenció Luis Pérez, miembro de
La combinación de los colores argumentan el comentario expuesto por Pérez. Una situación que también alertó Migus. Internacionalmente se denomina este movimiento como
Mensaje simple para mentes sumisas
En Georgia fueron rosas rojas. En Ucrania se utilizó el naranja. En Venezuela prevalece el blanco y el negro, manteniendo la simbología de Otpor. “Es un mensaje unicolor”, explica Migus. “Lo que buscan con esta simbología simple es que el mensaje sea entendido e interpretado con mayor facilidad”.
La construcción del discurso se puede establecer como la unificación de tres códigos: El sonoro, el icónico y el lingüístico. El sonoro es la emisión de una idea a través del sonido. En ese código interviene la tonalidad de la voz, es decir, la fuerza o la sutilesa con la que se expresa la palabra.
El código icónico se refiere a la transmisión del mensaje a través de los elementos visuales, mientras que lo lingüístico es la difusión de una idea mediante el uso de la palabra, en otras palabras, el texto.
En un discurso se fusionan los tres elementos. Esto lo saben los creadores del Golpe Suave.
Los especialistas en la construcción del discurso subversivo se plantean un estereotipo ideal y para ellos es emitido el mensaje. “El mensaje no lleva una carga política pesada”, describió Migus. “Envía frases cortas con un significado claro”.
“Utilizan consignas vagas y frases cortas para que la gente no piense”, expresó Varvara Rangel, profesora de
“El empleo de consignas cortas, viene desde los tiempos de
García y Rangel coinciden en un aspecto particular. La creación del discurso que sustenta la propuesta de Javu y Otpor viene de un laboratorio. La génesis de ese laboratorio es la propaganda Nazi.
El quinto principio, de los once que promovió Jhoseph Goebbels para la propaganda Nazi, establece que “cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar”. Aquí está el asunto. En la página de Javu -que ayer fue sacada del ciberespacio por sus creadores-, el líder extremista Julio César Rivas publicó que se “debían utilizar frases cortas y concretas” para que sean fácil de entender.
El grupo extremista venezolano activó recientemente una campaña contra el Presidente de
Esa propaganda cumple con los parámetros del principio de simplificación y del enemigo único que expuso Goebbels. Ese principio explícitamente decía que se debía “individualizar al adversario en un único enemigo”.
Escogencia léxica
“El emisor escoge los términos de acuerdo con su finalidad”, declaró Caterine García en su análisis. “Eso de individualizar y dirigir el mensaje a una persona (Chávez) es para juzgarlo, apuntarlo y condenarlo”.
García tiene mucha razón. En el portal de Javu se pudo leer que la campaña del muñeco ahorcado buscaba “centrar la responsabilidad directa de Chávez” respecto “los problemas sociales del país”.
La misma estrategia fue empleada por sectores oposicionistas previo al golpe de estado que en abril de 2002 los centros de la oligarquía criolla detonaron contra la revolución bolivariana.
Un estudio semiolingüístico elaborado por el Frente de Comunicadores y Comunicadoras del Zulia reveló que la prensa venezolana culpó al presidente Chávez de todos los problemas acontecidos en el país. El Nacional, uno de los diarios analizados, en su edición del 12 de abril mencionó en 18 oportunidades al Presidente. En 15 de esas 18 menciones le dijeron “usted” y lo culparon de “la masacre” que -según el medio- había ocurrido un día antes. “En veinte de sus 58 ideas centrales llamaron asesino al Presidente” se puede leer en el estudio. Un solo culpable, primer principio de la propaganda Nazi.
“No hay duda que estos grupos están recibiendo una formación de lo que era la propaganda Nazi”, enfatizó -vía telefónica- Fernando Buen Abad, filósofo e investigador mexicano. “Agreden con la misma estrategia”, añadió el experto.
Buen Abad explicó que la “conducta” vista en este tipo de grupo es una versión contextualizada del comportamiento de los nazi. “Sin duda tienen un marco referencial y una formación de cuadro de esa escuela”.
Frases cortas. Esto es Nazi. Repetirlas muchas veces. Esto es Nazi. El enemigo es uno solo. Esto es Nazi. Todos piensan como Javu. Esto es Nazi.
Principios de
1.- Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
2.- Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
3.- Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan".
4.- Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
5.- Principio de la vulgarización. "Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar".
6.- Principio de orquestación. "La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas". De aquí viene también la famosa frase: "Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad".
7.- Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
8.- Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
9.- Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
10.- Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
11.- Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa "como todo el mundo", creando una falsa impresión de unanimidad.
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