Ver:
EL INGENIERO Y LA EMPRESA
FACULTAD DE CIENCIAS EN UN PAÍS SURAMERICANO
Por
José Javier León
¿Qué ciencia «para el pueblo» nos ayudará a llegar a una ciencia «del pueblo»?
O. V.
No es fácil, y verdaderamente llegué a creer que a esas ideas la única manera de llegar era por vía indirecta, es decir, deduciéndolas de otro contexto, de otras ideas, considerándolas como consecuencia lógica o diciéndome «si seguía por ese camino iba a llegar a ellas». No es fácil encontrarlas juntas y contundentemente. ¿Dónde las leí? En unos libros reeditados por el Ministerio del Poder Popular Para Ciencia y Tecnología y Monte Ávila, Ciencia, política y cientificismo (a) y Hacia una política científica nacional (b), ambos del 2006, del científico argentino Oscar Varsavsky (1920-1976). Estamos hablando de unos libros que necesitaron más de 30 años para poder ser nuevamente leídos (masivamente digo pues se editaron 5000 ejemplares en un país que hace 10 años no pasaba de 500 ejemplares por tiraje a lo sumo) en un contexto que los reviste de actualidad y urgencia, por lo que estoy completamente seguro que si no los reedita la revolución bolivariana continuarían hoy en los anaqueles de las bibliotecas particulares de los que los conocieron por los años de la Renovación Universitaria, y que las circunstancias demasiado adversas (dictaduras y neoliberalismo salvaje) apagaron, o acaso en un salón de clases que se atrevía a soñar con una universidad para un país distinto. A decir verdad, como tantos otros, que aguardan su momento.
Las ideas de Varsavsky están listas para la Venezuela de hoy. Varsavsky y la Universidad Bolivariana de Venezuela, tienen una cita, una convocatoria, un compromiso. La investigación que nos toca “debe servir al país a corto o mediano plazo” (2007a: XIII), no a intereses extranjeros, o en función de una idea “universalizada” de conocimiento, según “patrones exteriores, aceptados sin análisis, por puro seguidismo e imitación” (XV). Convocaba Varsavsky a “integrar la actividad científica alrededor de algunos grandes problemas del país. Y la Facultad de Ciencias tiene que orientar su enseñanza para que eso sea posible” (XXII). Lo mismo que decir que la UBV debe “orientar su enseñanza”, desprenderse definitivamente de los curriculum tradicionales, de sus problemas y objetivos, y dedicarse por entero a la transformación del país, desde lo local, adaptando lo que haya que adaptar y aprovechando al máximo y con las escaseces del caso los recursos que se tengan. Y cuál ha de ser nuestro mayor problema: “el estudio de la estrategia de desarrollo que más conviene al país”:
“Partiendo de la situación actual objetiva, y de ciertas metas generales como eliminar la pobreza, la dependencia económica y cultural, etcétera, se debe investigar cómo efectuar ese cambio, pero analizando todos sus aspectos: con qué recursos naturales y humanos se cuenta, qué fuerzas internas o externas se oponen al cambio, qué instituciones se necesitan, qué fábricas son indispensables, cómo pueden continuar funcionando si hay un bloqueo comercial, etcétera” (XXIV)
Problematizarnos en torno al desarrollo del país, nos lleva a renunciar conscientemente a la carrera científica internacional en la que poco podemos destacar salvo como surtidores de cerebros y de investigaciones que allá son medianamente útiles pero aquí definitivamente no, y en cambio es mucho el daño que le hacemos al país retrasando indefinidamente su independencia cultural (científica, tecnológica y económica), la única que puede garantizar el bienestar de todos y no de unas élites que ya no sienten suyo el país y que a lo sumo lo perciben como zona de negocios (local y globalmente) y territorio rico en recursos (visión geoestratégica del capitalismo en cuyos movimientos nuestras burguesías hacen el papel de muros bufos de contención -con propaganda, publicidad, medios de comunicación en general, represión y violencia- de la histórica rabia popular) por cuya explotación desnacionalizada y apátrida reciben migajas y canonjías.
Otros intereses tienen al copiar o seguir la ciencia del norte como si fuera nuestra o la única: “Si se copia la ciencia y tecnología de otro país –si el desarrollo científico se plantea en términos de «cerrar la brecha»-, se está introduciendo de contrabando lo esencial de su estilo de vida” (2006b: 1). Es por eso que para llevar a cabo un plan de investigación nacional, socialista y creativo, se necesitan, ayer como hoy, “científicos rebeldes”, que estudien, “con toda seriedad y usando todas las armas de la ciencia, los problemas del cambio del sistema social” (7), y hagan en definitiva “ciencia politizada”. Es a estos científicos a “quienes poco importa sacrificar su carrera científica dentro de este sistema” (43). Se trata, dice más claramente, de hacer “ciencia guerrillera” (46).
Tomar conciencia de lo que necesita nuestro país en función de un desarrollo autónomo y al servicio de las grandes mayorías, nos conduce a renunciar a los estándares científicos internacionales por el puro afán de estar ”al día”, un día extraño a nosotros, a nuestras realidades y necesidades, a nuestras urgencias. Por otro lado, nos lleva a tener una mirada crítica sobre el universo tecnológico, a sabiendas de que “la ciencia actual no crea toda clase de instrumentos, sino sólo aquellos que el sistema le estimula a crear” (11); además son “los tecnólogos los que han brillado, creando extraordinarios bienes materiales para consumo de las masas, los ejércitos, las empresas y los científicos”, ciencia pues, aplicada al consumo, no a la ciencia que más nos interesa: “la ciencia del cambio de estructura social” (27). La ciencia actual ya denunciada por Varsavsky como inútil está “moldeada” al sistema capitalista, por sus normas, valoraciones y élites; una ciencia en cambio, para el socialismo puede descubrir que las universidades y científicos estén “completamente inadaptados a una sociedad futura” (28). En otro lugar (2006b: 8) afirma: “la ciencia actual es universal sólo porque responde a un tipo de sociedad que domina casi todo el mundo: la sociedad de consumo, individualista-competitiva, burocratizada”. Además, pensar en términos de “reparto de bienes producidos en vez de en el poder adquisitivo de la gente requiere un entrenamiento especial, que no se enseña hoy en la universidad” (2006b: 22). Enseñarlo es, creo, entre (nos)otros, el compromiso de la UBV.
Ver:
La ciencia que queremos, por Luis Britto García
No hay comentarios:
Publicar un comentario