Por
José Javier León
El procedimiento es encantadoramente simple (y utilizo la encantación en los términos a los que nos acostumbró la literatura: fuimos bellamente embaucados): sobresaturar el mundo de información para que la misma quede reducida a nada. Ya esto venía sucediendo, claro. En verdad todo está(ba) lleno de información, pero la variante (y el affaire) Wikileaks, le ha dado un toque rocambolesco y, creo definitivo (en cuanto golpe mortal). El asunto es que aunque todo estaba lleno de información, existía como un parte aguas que separaba la almendra del corozo. Estaba claro que si necesitábamos informarnos, podíamos recurrir a algunos sitios de (contra)información, para escapar a la propaganda oficial del capitalismo, digámoslo así, en términos duros. Pues ahora, sencillamente no (o al menos, ya no de la misma manera). Me explico: Wikileaks ha sobresaturado de contra-información el mundo, de modo que ahora existe una suerte de sitio oficial de la contrainformación donde leer lo que al sistema oficial no le interesa que los ciudadanos del mundo leamos. Pero la paradoja es como que evidente: un sitio de contrainformación administrado por el poder que dice resentirse (y en el resentimiento ya va la propaganda) de la publicación de información a la que ella misma le abre las puertas, de modo que ya no queda claro donde están los espías, contra quién y contra qué juegan… es como si de pronto, con el espejo mágico de Wikileaks, saltamos al contra-mundo de la contra-información, y por lo que ya hemos visto era como más de lo mismo, acaso con los perfiles más acentuados, pero eso sí, nada del otro mundo). Advertimos la prolongación ad nauseam de espirales de contra-información que van saturando de realidades las sospechas, pero no para aclararlas, develarlas y dejarlas, digamos, transparentes, sino para dejarlas justo allí: en el para siempre de la sospecha, en una suerte de official-site de la sospecha, al uso de los organismos de inteligencia internacional (o sea, para las policías del mundo) especialistas en manejar contra-información (sólo que no lo sabíamos tan de cerca sin wikileaks), que ya tienen de donde extraer las pruebas (sospechas-pruebas-confirmaciones) de los delitos y crímenes de estados, gobiernos, organismos… personas. La contra-información, lo que había estado todo este tiempo oculto, y que era la única información confiable (porque la visible que está en los periódicos es pura propaganda oficial: esta es otra de las enseñanzas de wikileaks), ahora está a la vista (y como ya está a la vista de todos, vuelve a ser no-confiable, por efectos de ese bucle lógico que alimenta la magia del mundo, y que opone lo visible a lo invisible como la noche al día) pero a los organismos de seguridad no les va eso de la no-confiabilidad de lo que está a la vista de todos porque ellos son la fuente (aquel delito ético de revelar la fuente queda por decir lo menos sin efecto) de modo que no necesitan mayor confirmación, y lo que les toca es proceder. Wikileaks es una versión global de las computadoras de Reyes. Las del guerrillero colombiano no daban para tanto.
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