“La Universidad Bolivariana, es motor, es vanguardia, es caballo, es lanza, es bandera, de un nuevo modelo educativo de liberación. Ustedes son actores fundamentales de esa vanguardia, siéntanse orgullosos mujeres y hombres”

Fragmentos del discurso del Presidente Hugo Chávez, Caracas, 08/11/2003, en el marco de la inauguración de la sede UBV Zulia.

domingo, 15 de diciembre de 2019

En una esquina, de la guarimba a la ciudad que renace

A la derecha se va a San Jacinto, a la izquierda para El Naranjal,
derecho a la Av. Guajira. Atrás, Av. FFAA

José Javier León

Era 10 de julio de 2017. Lo recuerdo claramente porque era el día de mi cumpleaños. Venía de la Universidad Bolivariana, desde su sede de la Rinconada, vía La Concepción. Un milagroso transporte público nos sacó hasta la vía principal ya trancada con palos y basura prendida en fuego. Comencé a caminar en dirección a La Curva sabiendo ya que lo que venía iba a ser poderosamente fuerte. Grupos iban, otros venían, atestiguando la violencia. Yo caminaba sin establecer contacto visual con los encapuchados que lanzaban botellas y piedras contra las fachadas de los comercios. En medio del humo, escucho mi nombre. Una compañera de trabajo me grita que la acompañe, que había logrado hablar con un amigo que en un carro se iba a acercar para rescatarla. Era insólito pero sí, el muchacho llegó y nos montamos viendo cómo se nos aproximaba una avalancha esparciendo cauchos, gasolina y bombas molotov. El chofer arrancó sorteando calles y callejuelas, y la violencia quedó atrás a medida que se internaba en los barrios que van de La Curva hasta la Bomba Caribe, La Esperanza y El Cují, donde finalmente me dejaron. Allí comenzaba otra vez el escenario de guerra. Recuerdo a un hombre mayor, semidesnudo, poniendo piedras como de río en la carretera, diciendo incoherencias. ¿De dónde salían esas piedras enormes, casi blancas? Era como un paisaje lunar, caótico, un cuadro dantesco, peligroso, de horrísona y prolongada destrucción. Los semáforos y los postes tumbados a lo largo y ancho de calles asoladas. Lo más cerca era entrar directamente a San Jacinto, en dirección al sector 4, pero la violencia en la entrada a la urbanización era tal que debí dar una larga vuelta. Caminé hasta la entrada de La Piccola. Desde ahí hasta el centro comercial La Cascada había basura y fuego. Unas señoras frente a sus casas rezaban y habían puesto altares con imágenes de vírgenes y santos, y cavas y mesas como para un picnic desquiciado. Los jóvenes encapuchados recorrían la zona como perros por su casa y las señoras eran como sus abuelas. Yo caminaba sin mirar mucho y menos detenidamente, y sobre todo, sin mirar a los ojos de nadie. Para entonces ya era más o menos terriblemente común la quema de personas identificadas con el chavismo. En esa esquina entre el centro comercial La Cascada y la urbanización La Guaireña, que lleva al sur a El Naranjal y al norte a San Jacinto, se repetía otra vez la destrucción máxima. Semáforos y postes en el suelo, tanquillas abiertas convertidas en fosos, árboles y basura en forma de barricadas, la guarimba en su expresión plena. Por ahí pasé, aterrado. Hoy, en medio de la paz en que vivimos, intolerable para los empresarios y comerciantes que detestan irracionalmente al gobierno nacional, esa esquina es definitivamente otra. Después de las guarimbas del 2017 y de la paz que trajo la Constituyente, la esquina fue abandonada a su suerte y un bote de aguas servidas se enseñoreó de todo el espacio. Hasta que recientemente, la Alcaldía de Maracaibo inició un trabajo de alta envergadura, estructural, única alternativa al abandono que por largos años sufrió esa transitada arteria vial. Un trabajo de ingeniería sin remiendos ni paños de agua tibia nos muestra hoy un espacio verdaderamente recuperado, signo de ese poco a poco renacer de la ciudad que pregona el lema de la gestión de Willy Casanova. Del Centro hasta acá hay un largo y enorme trecho. Hay mucho por hacer, pero de las imágenes de guerra del 2017 a estas de hoy, hay un trecho más profundo, que debemos evaluar con el corazón en la mano. Sí, falta mucho, pero siempre faltará mucho cuando se ha tenido por tanto tiempo tan poco y tanto desdén y desidia. Por mi parte, me siento orgulloso y esperanzado. No es poco, cuando nos querían lejos y despotricando. Sigamos juntos. Sólo amando, venceremos.

domingo, 1 de diciembre de 2019

Discurso en la instalación del Congreso Miradas para la Transformación d...



Willy_casanova: "Encontrar en el diálogo real, franco, verdadero el camino para la superación de los problemas, de las dificultades". "Quitando la politiquería y colocando la política con P mayúscula por delante".