“La Universidad Bolivariana, es motor, es vanguardia, es caballo, es lanza, es bandera, de un nuevo modelo educativo de liberación. Ustedes son actores fundamentales de esa vanguardia, siéntanse orgullosos mujeres y hombres”

Fragmentos del discurso del Presidente Hugo Chávez, Caracas, 08/11/2003, en el marco de la inauguración de la sede UBV Zulia.

jueves, 23 de octubre de 2014

CUANDO LOS PROCEDIMIENTOS SE VISTEN DE TRAJE

Por
Jesús Parra
Profesor Universitario
PFG. Comunicación Social - UBV - Eje Cacique Mara


En la época del Imperio Romano resultaba dificultoso y hasta un tanto confuso, entender lo referente a su organización, legislación y procedimientos. Habían formas de poder categorizar la participación de los ciudadanos para el servicio militar, cuyos criterios y lógica, quedaban a merced de intereses y objetivos propios de la época.
En este sentido, quienes ostentaban realizar carrera política y acceder a una magistratura del Estado, asumían el servicio militar como paso previo para garantizar su status quo. Por supuesto, no todos los ciudadanos podían aspirar a tal distinción, lo que significaba, que una gran parte de la población, irrestrictamente tenían que cumplirlo.
Lo interesante del asunto, entre ejército, tropas, legiones y hombres armados, era la posición que la moral debiese tomar, como forma elevada y de gran fervor patriótico. Muy a pesar de que lo habitual, entre los pueblos y civilizaciones para la época, era constituir un ejército formado por mercenarios profesionales sin importar su origen. Por otra parte, debe resaltarse, tanto para un caso como para el otro, que no existía discriminación por color de piel y religión.
Lo curioso, en estos tiempos, y más propiamente, en el escenario venezolano, queda representado por la dificultad y la duda que persiste aún en dicha materia, a pesar de los esfuerzos realizados en la reconstrucción de la visión de las Fuerzas Armadas Nacionales, incluso, con la designación: Bolivariana, simbolizando así los ideales de Bolívar.
Esta duda se hace compleja, muy particularmente, para un ciudadano común, cuando le corresponde cumplir con su deber, ante las autoridades competentes, y específicamente, ante un componente de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas, como es la Guardia Nacional, donde se suscribe, a petición de la parte interesada, para que efectúen una revisión vehicular en uno de sus tantos procedimientos, según la exigencia de los dispositivos de seguridad que han sido activados por órdenes concretas del Estado para garantizar la seguridad integral ciudadana.
El procedimiento como tal, no se cuestiona. Lo que no resulta claro es el objetivo puntual del cometido; es decir, se evidencia, por la forma del procedimiento, que se sujetan al cumplimiento de su deber por el mero formalismo y por la imperiosa necesidad de los reportes que deben emitir como constancia de lo ejecutado; y así, sin más allá ni más acá, poder arrojar estadísticas que simulen la efectividad y eficiencia de tales procedimientos.  
Y, como si no fuera poco, bajo engaño, se efectúa el traslado del vehículo hasta la Comandancia respectiva, con el propósito de continuar las pesquisas en la comprobación de lo detectado, y como por arte de magia, no se continúa en la indagación y se termina, estando sentado al lado de quien transcribe, un no sé qué, que luego se esclarece cuando el escribiente solicita al agraviado su cédula de identidad para elaborar finalmente la Constancia de Retención del vehículo. Al llegar ese momento, el discurso, un tanto recio, se va degradando, hasta llegar a una forma de expresión reducida, muy bien manejada, y con tono característico: RETÍRESE.
Es difícil imaginar, y en esa forma entender, si los procedimientos deben efectuarse, en función de la conjura, que en tiempos del Imperio Romano se proclamaron. Ante lo cual, se pregunta: ¿Qué criterios y qué lógica caracterizan estos procedimientos?, ¿Los ciudadanos comunes deben aceptarlos?, ¿Cómo equilibrar la balanza de cara al uniformado?, ¿Un título profesional hace la distinción? Estas y otras tantas inquietudes, saltan a la arena campal, política y social, donde se debaten las ideas, porque el compromiso del Estado y sus instituciones debe ser recíproco con los del ciudadano.
La justicia y su forma de ejercerla, en tiempos difíciles, parte de la formación académica, política, social y cultural. En este sentido, se debe seguir profundizando, como se ha venido haciendo, en el proceso revolucionario bolivariano, con la prédica de las tres R; según lo profesara el Comandante Eterno Hugo Rafael Chávez Frías: Revisión, Rectificación y  Reimpulso, y así justificar que la política se ejerza en igualdad de condiciones, porque debe estar sustanciado en la vocación de servicio, permitiendo de esa forma el ejercicio pleno de la libertad, donde se respete la autonomía y la integridad moral al semejante.
Sigamos pregonando el crecimiento de esta nueva cultura política, y que la misma se transforme en la guía que oriente la calidad de los procederes, donde se evidencien con claridad los propósitos reales, y se siga construyendo una patria con libertad, sin el temor y la duda, sobre aquellos procedimientos que se visten de traje.


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