“La Universidad Bolivariana, es motor, es vanguardia, es caballo, es lanza, es bandera, de un nuevo modelo educativo de liberación. Ustedes son actores fundamentales de esa vanguardia, siéntanse orgullosos mujeres y hombres”

Fragmentos del discurso del Presidente Hugo Chávez, Caracas, 08/11/2003, en el marco de la inauguración de la sede UBV Zulia.

miércoles, 29 de julio de 2009

La historia de la entrega de concesiones en Venezuela, y el nacimiento del Latifundio Mediático

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Entre 1984 y 1999 se entregaron 70 concesiones de radio en AM y 236 en FM, además de 48 permisos para canales de TV. Conozca de forma breve cómo los presidentes de la Cuarta República manejaron el otorgamiento de concesiones de radio y televisión.

Breve micro de Venezolana de Televisión, transmitido por el programa TV Foro el pasado domingo, que recorre el otorgamiento y nacimiento de diferentes medios de comunicación venezolanos.

La historia comienza con con Televisa (hoy Venevisión), que se convirtió en instrumento de penetración de las grandes transnacionales estadounidenses, que lo usaron para que la naciente clase media aumentara el consumismo.

Luego de la década de los años 70, se disparan las importaciones y el otorgamiento de concesiones radioeléctricas. Este proceso alcanza un clímax en los años ochenta, cuando el espectro es repartido casi en su totalidad a los socios y amigos del estamento adeco-copeyano.

Una investigación en 2005 revela que entre 1984 y 1999 se entregaron 70 concesiones de radio en AM y 236 en FM, además de 48 permisos para canales de TV. A finales de los 70, Luis Herrera Campins intentó enfrentar tímidamente el latifundio mediático prohibiendo las cuñas de cigarrillos y alcohol en la radio y TV, lo que le acarreó una brutal campaña de desprestigio e invisibilización.

En 1984, sólo habían 4 emisoras FM. Pero Jaime Lusinchi y su poderosa secretaria privada otorgan permisos a 52 emisoras FM, convirtiéndose en los amos de la nueva frecuencia radial.

También entregan la simbólica concesión del canal 10 (Televen) a una empresa del grupo Camero, un poderoso hacendado dle estado Guárico. En esta operación ayudó decisivamente Carlos Croes, ministro de Información de Lusinchi quien aún hoy es vocero oficial del canal. Siempre se dijo que la frecuencia pertenecía, mediante pactos secretos, a Blanca Ibáñez.

Carlos Andrés Pérez, otro rey mediático, otorgó permisos a 6 televisoras UHF y dos televisoras por suscripción. En 1991, otorgó el contrato de telefonía celular a Telcel, asociado con la empresa estadounidense Bellsouth y al Grupo Cisneros. La franja entregada, por razones de seguridad de Estado, era de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas.

Rafael Caldera, en su segundo período, no fue un rey sino un rehén complaciente de los medios. En 1998, Caldera entrega la Televisora Nacional (Canal 5), en forma inconsulta, a un grupo elitesco del arzobispado de Caracas, liderado por Ignacio Velasco. Los jerarcas católicos crean una asociación sin fines de lucro (Vale TV) y emprenden, supervisados por el Grupo Cisneros, a Marcel Granier y Peter Boutton, una aventura televisiva de dudosos resultados.

El gobierno de Caldera iba a entregar a las empresas privadas los medios estatales Venezolana de Televisión, Radio Nacional de Venezuela (y de hecho, lo hizo con la mayor parte del Circuito Mundial, que Fogade había expropiado a Orlando Castro).

Caldera, o quienes firmaban por él, también autorizaron 36 estaciones de televisión UHF y 21 empresas de televisión por suscripción (cableras).

Posteriormente, se establecieron numerosos grupos de empresarios que se lanzaron a la aventura mediática, como el grupo Globovisión, de Guillermo Zuloaga, Luis Teófilo Núñez y Nelson Mezerhane, primero quebraron al diario El Globo, botaron a todos los periodistas y luego se mudaron a su bunker en La Florida. También el grupo CMT, del constructor Humberto Petrica, y el grupo Meridiano TV, de Armando De Armas, entre otros.

Los grupos privados controlan 94% de la cobertura nacional televisiva y tienen 85% de la potencia efectiva radiada, con más de 150 repetidoras.

Con la privatización del espectro radioléctrico en medio siglo, los concesionarios se han creído dueños, incluso por razones de sangre, de un bien colectivo que pertenece a todos los venezolanos. La cultura del latifundio mediático ha impuesto una forma de pensar que privilegia lo comercial sobre lo cultural, que desvaloriza lo nacional y se arrodilla ante lo foráneo.

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