“La Universidad Bolivariana, es motor, es vanguardia, es caballo, es lanza, es bandera, de un nuevo modelo educativo de liberación. Ustedes son actores fundamentales de esa vanguardia, siéntanse orgullosos mujeres y hombres”

Fragmentos del discurso del Presidente Hugo Chávez, Caracas, 08/11/2003, en el marco de la inauguración de la sede UBV Zulia.

lunes, 5 de octubre de 2009

Lo que aprendimos de Honduras y lo que está por verse

MelZelaya

Desde el 28 de junio de este año, Honduras ha sido para todos una gran escuela. Hemos aprendido –por si teníamos alguna duda- que el Pentágono gobierna los EEUU, que los presidentes son unos peleles, no importa si se trata de un estúpido o un caído 'e la mata, y no sólo la política exterior sino la interior, toda vez que como lo explicara Juan Bosch, el aparato financiero-industrial-militar del cual depende la economía estadounidense, depende a su vez de los impuestos que paga el pueblo norteamericano. Mantener aceitada la maquinaria que incluye cerca de 800 bases militares, requiere de la vastísima movilización de una economía que recibe el eufemismo de “economía de guerra”. Hemos aprendido que, si bien el Pentágono gobierna en EEUU, es Israel el que hace el trabajo sucio, el que conduce en los territorios ocupados las operaciones terroristas. Ha quedado a la vista que el ejército hondureño y la policía, se encargan de la represión más burda y brutal, mientras que a los mercenarios les dejan las de alta envergadura, esas que requieren aplomo y cinismo redoblados: asesinatos selectivos, francotiradores, asediar a una embajada e importarles un pito, con el añadido de aprovechar las circunstancias para probar en territorio latinoamericano el desempeño de algunas armas sofisticadas, no a trote y moche para disolver digamos una marcha, sino justo ahí donde estaba la atención del mundo y para que se viera bien de lo que son capaces, de hasta dónde pueden llegar, amén de exhibir V.I.P. la alta tecnología y la falta de escrúpulos que tienen. En otras palabras, si eso lo hacen a la luz del mundo, encapuchados, (sospecho para esconder no la vergüenza sino la fisonomía extranjera) contra una embajada -¡nada menos que la de Brasil!- y contra el presidente legítimo de Honduras, todo lo demás sobra y ya está dicho.

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Hemos aprendido que, si acaso todavía nos quedaba una reserva de confianza, ya definitivamente no debemos confiar en nada parecido a una comunidad de naciones o en leyes internacionales. Irak, Gaza y Honduras, son tristes ejemplos de ello. Con Honduras hemos aprendido que la "comunidad internacional" es una grandísima tontería; el mundo está en las manos de los EEUU y de Israel, con su diplomacia de guerra y acciones terroristas sin fronteras y preventivas. Los acompañan los medios de comunicación y la legión de voceros, internacionalistas, periodistas, cancilleres, embajadores, etc., que les sirven a sus intereses, es decir, a los intereses de las empresas, corporaciones y trasnacionales, que están detrás, manejando el mercado y las finanzas.
Hemos aprendido que los poderes fácticos definitivamente gobiernan, y lo hacen a su modo: secuestrando si llega el caso, a un país entero, y presentándose al mundo como interlocutores válidos, así el sistema internacional hipócrita los acuse de “golpistas”, eso para acallar a la llamada “opinión pública”, que no tiene voz pero se las puede dar de ofendida e intentar acciones violentas como marchas y hasta algún que otro boicot pasajero.
Lo que ha pasado en Honduras me ha llevado a pensar en la siguiente situación: imaginemos que una banda toma rehenes en un banco, lo que sigue es que el “diálogo” con los secuestradores se hace atendiendo a condiciones que no pongan en riesgo la vida de los rehenes. Las fuerzas del orden instalan en las cercanías francotiradores, los comandos especiales se preparan para un asalto sorpresa, algunos policías con mañas de psicólogos intercambian sin-razones, pero todo ocurre sobre el presupuesto básico de que lo que está ocurriendo es un crimen y que los culpables no tienen escapatoria, que sólo están negociando la retirada. Nada parecido a lo que ocurrió con los golpistas hondureños, que cuando salieron del banco fueron recibidos con honores por los policías, no negociaron la retirada sino la instalada y los dejaron regresarse a seguir poniendo la pistola en la cabeza de los rehenes forzando a los policías a entender que el banco es de ellos y punto. A ese acuerdo se le llamó “Acuerdo de San José”.
Lo que está ocurriendo en Honduras es ni más ni menos un secuestro express, y está ocurriendo ante los ojos del mundo y la prensa internacional representada en Telesur, pero el pre-supuesto básico no es que hay un grupo de delincuentes armados hasta los dientes defendiendo su retirada, sino un grupo que está dando la cara por los impresentables intereses económicos y militares, mientras se echa atrás, se descabeza y asesina al pueblo hondureño organizado en torno a la figura de un Presidente y una Primera Dama que se las jugaron todas en aras de un cambio político significativo. Otra vez, la pedagogía del millón de muertos, sólo que está vez los “muertos” no llegan a 20 (muchas cámaras y mucha opinión pública desfavorable a las noticias de masacres, que reacciona ante estas muertes en unos decibeles que para nada se comparan con los de los cientos de muertos en Guinea), pero la ganancia es que 7 millones se van a quedar quietos por varias décadas sin conmover las estructuras de la histórica expansión imperial, de modo que el corredor Honduras, Panamá y Colombia seguirá abierto y, con Martinelli, orgulloso ultraderechista, fortalecido.
Hemos aprendido con Honduras que, como lo enseña la historia de nuestra América, el corazón de los conflictos está en la tenencia de la tierra. Una vez ocurrido el golpe de Estado, los campesinos, que habían visto de cerca la solución a su favor de una gran cantidad de querellas, se concentraron en el INA, de donde fueron desalojados a la sombra de un decreto -para disimular un poco, improbado por el “Congreso”- donde se declaraba la suspensión de las garantías constitucionales (una constitución con la que los golpistas hondureños han hecho lo que les da la gana, como corresponde) y las fuerzas del orden (controladas por los terratenientes), ahorrándose sicarios, abogados y pliegos, simplemente saquearon el instituto y ya pueden darse por satisfechos amén de dar por teminado el conflicto, porque no habrá manera de demostrar que no podían demostrar que las tierras no eran suyas, que son del pueblo, de los campesinos, esto es, del Estado cuando éste decide velar por todos, por la soberanía alimentaria, y no por los intereses de unos pocos que prefieren importar los alimentos mientras mantienen una masa trabajadora en las maquilas a raya y hambrienta. El asalto de los golpistas al INA es para mí el signo de que el golpe ya pasó, ya hizo lo que iba a hacer, lo demás o lo que venga será pura ganancia.
Ya Micheletti “reconoció” el error de haber sacado a Zelaya a la fuerza de su cama, se “convenció” de que eso no estaba en la Constitución, ya se aseguraron (y en las últimas horas se asegurarán más) de que nada va a cambiar, pues los intereses de la oligarquía son sencillamente pétreos. Lo otro que se debe quedar quieto para siempre, es la relación Zelaya-Primera Dama-Pueblo. Fueron muchas jornadas heroicas, recibió la pareja emotivos baños de multitud, vivieron con los hondureños “de a pie” seguramente los momentos más intensos de sus vidas, seguramente se sintieron más que nunca hondureños. Imagino la cantidad de veces que sintieron que la Constituyente era un hecho, un futuro inquebrantable. Tal vez lo sea, pero no por ahora, ni con Zelaya. Ese escenario está descartado porque es la pieza que decide el juego, y este juego lo ganaron los empresarios y el imperio.
A partir de este momento, comenzará, comenzó ya, la cacería y desmembramiento de las organizaciones, porque de lo que se trata es de desmantelar los restos de la resistencia. Por otra parte, no creo que exista un factor en una negociación más débil que Zelaya, en verdad no está negociando nada, no tiene gente (por la represión claro) ni Estado alguno que lo proteja. La jugada de llegar al país e instalarse en Brasil estuvo de perlas, desencajó a la dictadura y a los EEUU mismos, pero se la juraron y lo acorralaron hasta no dejarle literalmente un respiro, y el mundo todo, con 64ª Asamblea de las Naciones incluida, haciendo mutis (o lo que es lo mismo, "declaraciones") y a lo más, contemplando con asombro como los criminales continúan con el secuestro y hasta se dan el lujo de lanzar amenazas, y si los apuran, cumplirlas. Total, ¿quién se los va a impedir? Zelaya tiene pues, todas las de perder.
Si renuncia a la Constituyente, es decir, si deja de hacerse eco de las consignas de la resistencia, podrá regresar al “poder” “por un día”, como le recomendaron los dueños de Honduras, porque ya lo que viene es explotar mediáticamente la “imagen” de la reconciliación nacional: vendrá más temprano que tarde la foto Zelaya-Micheletti, en un apretón desconfiado de manos, pero saludado por la prensa internacional y por todos los que esperaban una solución política al “conflicto”.
Porque al secuestro de un país se le llama así, “conflicto”, “crisis”.
Hemos aprendido que las elecciones no tienen ningún valor para los dueños de Honduras. Para evitar un fraude (porque siempre hay riesgos y la experiencia les ha enseñado que no se le puede dar largas al asunto), lanzaron el golpe de estado antes de las elecciones, antes de que se perfilara un horizonte modestamente adverso. Lo de la Cuarta Urna era una propuesta no vinculante, un gesto político de avanzada sin duda, pero apenas el inicio de algo, una puerta. - Nada de puertas, se dijeron y actuaron en consecuencia. Por otro lado, hasta ahora habíamos visto que las correcciones venían después de las elecciones, y por lo que vemos la doctrina de la guerra preventiva ya tiene su versión en un escenario pre-electoral. Se trata de corregir antes de que sea demasiado tarde. Ahora sí, los candidatos son los apropiados, y como no importa quién gane, la campaña electoral sucederá en un país en estado de sitio. Así todo correrá sin tropiezos, nada de multitudes, de propuestas, de aspavientos. Nada de gastar dinero en fruslerías. Todo en regla y en orden. Honduras nos enseño qué entienden los poderes fácticos por “democracia” y “elecciones”. Para decirlo sin dilaciones: la “democracia perfecta” es el fascismo. C'est tout.
Hemos aprendido, también y otra vez, que el pueblo no se rinde, que no se rendirá. Sabrá entender como siempre que los arreglos de los de arriba no son los suyos, aquí abajo. La Constituyente vendrá, con Zelaya o sin Zelaya.Pero hoy los golpistas no saben una cosa: qué hacer con el mito Zelaya. Ni la cárcel ni la muerte (intentaron el exilio, pero no les funcionó). El negocio “material” ya está hecho y cuajado. Falta el simbólico: Qué hacer con las banderas levantadas por el pueblo. Cómo parar la revolución.

Ver: Las fuerzas armadas golpistas de Honduras


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